LA
RELATIVIDAD DEL MOVIMIENTO
Es claro que, para que un cuerpo se mueva,
debe cambiar su posición a medida que pasa el tiempo. En otras palabras, si un
objeto está siempre en el mismo lugar, está quieto: no se mueve. Esto parece
muy sencillo, pero no lo es tanto.
Imagina que vos y un compañero, viajan juntos
sentados relajadamente en un bote.
¿Estarías en movimiento?, tu compañero contestaría que no, que está quieto. En
cambio, una persona que estuviera parada en la orilla, diría que sí te mueves,
junto con el bote y tu compañero.
Vos
también podrías decir que no es el bote el que avanza, sino que está quieto y
que todo el paisaje retrocede. Y todas estas afirmaciones serían ciertas, en
tanto se refieren a lo que ve cada uno de los observadores, es decir, según el sistema de
referencias de cada uno.
Por ejemplo,
nadie puede discutirte que, para vos, el paisaje se mueve hacia atrás, porque
esto es lo que ven tus ojos.
Toda esa
confusión se da porque el movimiento es relativo, o
sea, consiste en el cambio de la posición de una cosa respecto de otra: el bote
se mueve respecto de la orilla y, al mismo tiempo, la orilla se mueve respecto
del bote. Por eso, cuando se describe un movimiento es imprescindible aclarar
desde donde se lo estudia, es decir, cual es el sistema de referencias desde el
desde el cual se miden las posiciones.